- Comer adecuadamente. Comer de todo, pero a las proporciones correctas. Sobre esto puede orientarnos mejor nuestra experta nutricionista. En cualquier caso, alguien dijo que somos lo que comemos. Ahí queda eso.
- Beber mucha agua o líquidos. Esto tiene especial trascendencia en las épocas en que perdemos más líquido a través del sudor (meses estivales y demás meses calurosos). No beba menos de litro y medio, o dos litros al día, si puede.
- Hacer ejercicio: He aquí uno de los pilares fundamentales para sentirnos mejor. Sería recomendable, eso sí, que no hagamos ejercicio a la fuerza, sin ganas. Deberíamos, para evitar esto, escoger algún deporte que nos guste, que nos relaje y que nos plazca. Si seguimos a un amigo mientras realiza su deporte preferido, y ese deporte no nos dice nada, el fracaso está asegurado. Inténtelo, piense alguna actividad deportiva que siempre le haya atraído. Y anímese a practicarla.
- Intente conservar su sueño habitual. Evite trasnochar indiscriminadamente. Evite el alcohol de forma continuada. Intente dormir por usted mismo. Si no lo consigue, realice alguna actividad relajante hasta que le venga el sueño de nuevo. Evite medicación (aunque su vecina le haya dicho que es muy eficaz). Si acaso, como último remedio, podríamos acudir a la valeriana o la pasiflora. Son naturales, se venden en farmacia y herboristerías, y no “enganchan”.
- Las vitaminas son un recurso que suelen solicitar los pacientes que se encuentran cansados de manera crónica. Poco solucionan. En realidad, si nuestra dieta es correcta, no es necesario aportar vitaminas en forma de comprimidos. Los alimentos que ingerimos ya las llevan en cantidades suficientes.
- Hay quienes piensan que las drogas son la solución: Te ponen a “cien” en poco tiempo. Evidentemente, nunca conseguiremos superar un estado de cansancio crónico con sustancias estimulantes, y el riesgo de “engancharnos” y desarrollar una dependencia y un síndrome de abstinencia es elevado. ¡No a las drogas!
Si todo esto es ineficaz, si de verdad lo hemos probado muchas veces, y no conseguimos sentirnos mejor, quizás deberíamos acudir a nuestro médico, dado que existen ciertas enfermedades que pueden generar cansancio, y que deben ser descartadas mediante una entrevista y, probablemente, una analítica de sangre.
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